sábado, 15 de agosto de 2009

MAXIMILIANO Y EL OCASO DEL IMPERIO MEXICANO

Fusilamiento de Maximiliano, Miramón y Mejía (por C. Monet).


Benito Juárez.




Por Sandro Olaza Pallero



Pierre Chaunu ha indicado que la turbulenta historia de México es el grave desequilibrio de una sociedad más aristocrática que otras de Iberoamérica, donde el elemento indígena “menos pasivo que el de los Andes, trata de ocupar el lugar a que tiene derecho por su número; situación agravada por la presencia de Estados Unidos y por la atracción que sus riquezas minerales ejercen sobre los imperialistas europeos y estadounidenses”. Como en otras repúblicas, a la independencia siguió un período violento e inseguro que duró hasta el advenimiento al poder de Porfirio Díaz (1877).
Dos fuertes personalidades dominaron este período: Antonio López de Santa Anna, -héroe de la independencia y defensor de su país contra los ataques de Estados Unidos y Francia- y Benito Juárez, masón, adversario de Maximiliano de Habsburgo y protegido de Estados Unidos.
Los grupos liberales quedaron reducidos a la guerrilla y ya nadie se acordaba de Benito Juárez en 1864. De suerte que Maximiliano, al desembarcar, pudo creer en la sinceridad de los pliegos que se le entregaron en testimonio del resultado casi unánime del plebiscito que lo ratificaba emperador de México.
El 12 de junio de 1864 entró Maximiliano a la capital en medio de los grandes festejos de un público acostumbrado a aplaudir el éxito sin importarle sus máscaras. El mismo emperador comprendía que no iba a fundar una dinastía –que había gobernado Hispanoamérica hasta 1700 -, sino a servir de puente para la creación de de un gobierno nacional, “independiente del anglosajonismo -según José Vasconcelos-, gobierno que hubiera revertido a la República al desaparecer Maximiliano”.En 1865 el imperio mexicano estaba consolidado, pero en ese mismo año concluía la guerra de secesión norteamericana, con el triunfo de los unionistas. Los ganadores resucitaron la doctrina de James Monroe, acompañada de la amenaza del general Ulises Grant de invadir a México en defensa de las instituciones republicanas.
Al mismo tiempo, Juárez, que había sido expulsado hasta el norte del país, empezó a recibir auxilios de armas, dinero y soldados. En toda la frontera el contrabando de armamentos y la actividad de los agentes estadounidenses hicieron surgir ejércitos liberales.
Napoleón III, alarmado por la amenaza prusiana, no fue capaz de declarar la guerra a Estados Unidos y tuvo que ceder a la presión diplomática. Ordenó el retiro de las fuerzas francesas y sugirió a Maximiliano que abdicara.
Señala Vasconcelos que “consumó entonces Maximiliano la acción más abnegada de su vida. Consideró quizás que no era caballeresco abandonar a sus partidarios mexicanos, y decidió quedarse en el país, sin otro amparo que el de los imperialistas nativos”.Los generales conservadores Miguel Miramón, Leonardo Márquez y Tomás Mejía, rodearon al emperador y se enfrentaron al enemigo. Pronto Maximiliano y su plana mayor quedaron cercados en Querétaro.
En las batallas que determinaron la rendición del Imperio Mexicano, la artillería estadounidense, desempeñó un papel decisivo. Las fuerzas imperiales se quedaron sin la ayuda francesa, pero los liberales contaban con muchos recursos del país del Norte.
El 15 de mayo de 1867 se rindieron Maximiliano, Miramón y Mejía. Miramón como cadete había sido uno de los héroes de Chapultepec contra la invasión norteamericana, caudillo conservador y posteriormente presidente.
Vasconcelos destaca el patriotismo y fidelidad del general Mejía: “Mejía, otro indio como Juárez, pero indio católico, indio representativo de la obra constructora de la Colonia, indio mexicano que no quería ver a su patria dominada por conquistadores nuevos de lengua distinta y de civilización diferente a la ya adoptada por la masa indígena, dio el ejemplo de la abnegación y la lealtad en el infortunio”. El valiente Mejía cuando conoció a Maximiliano le dijo: “No sé hablar ni mucho menos decir lo que otros quieren que diga. Soy un soldado rudo que está dispuesto a derramar su sangre por usted; y le juro que sabré morir a su lado si la suerte nos enviara juntos al patíbulo”.
Siguió un juicio que fue una farsa jurídica y los prisioneros fueron condenados a muerte, “con menosprecio de la opinión más generosa del país y de la Europa liberal, que aconsejaba el indulto”, afirma Vasconcelos. Señaló que este fusilamiento fue una de las manchas de la historia mexicana: “Ya sé que recientemente en Austria, la patria del infortunado caballero Maximiliano, se estrenó con éxito de prensa, un dramón en que se justifica la resolución de Juárez de y se denigra a Maximiliano. El autor de este drama es un judío de la misma casta de los que incitaron a Juárez a derramar sangre cristiana. Los enemigos de todos los valores de nuestra civilización eran y siguen siendo poderosos”.La ejecución se realizó temprano la mañana del 19 de junio, en las afueras de Querétaro, en el Cerro de las Campanas, la colina donde Maximiliano se había rendido el 15 de mayo. El emperador se despertó antes del amanecer, y rezó frente a un pequeño altar que había sido erigido en su prisión.
Se puso una levita negra y el sombrero blanco. Poco antes de las seis de la mañana fue llevado al Cerro de las Campanas, y se trasladó en un carruaje con un sacerdote.
Maximiliano, Miramón y Mejía caminaron todos con paso firme. Maximiliano entregó su pañuelo y su sombrero blanco a su cocinero húngaro Todos, y le encargó que diera esos objetos a su madre.
Cuando los tres hombres afrontaron el pelotón de fusilamiento, ocuparon posiciones distintas de las que habían acordado previamente. Mejía, ferviente creyente católico no quiso estar a la izquierda, porque recordó que el ladrón que se encontraba a la izquierda de Cristo en la crucifixión no se había arrepentido.
De modo que Maximiliano quedó a la izquierda, Miramón en el centro y Mejía a la derecha de Miramón. Estaban de pie, de espaldas a los restos de un muro que había sobrevivido al bombardeo durante el asedio, y pasearon la mirada sobre Querétaro.
El emperador pronunció un breve discurso en castellano, digno de la sangre que corría por sus venas: “¡Mexicanos! Los hombres de mi clase y mi raza han sido creados por Dios para representar la felicidad de las naciones o ser sus mártires”. Y agregó: “Perdono a todos. Ruego que todos también puedan perdonarme, y deseo que mi sangre, la que ahora se derrama, sea para bien del país. ¡Viva México! ¡Viva la independencia!”.Un oficial joven estaba al mando del pelotón de fusilamiento, y los seis soldados que lo integraban eran todavía más jóvenes. El oficial ordenó que hicieran fuego.
Seis balas alcanzaron a Maximiliano, y tres le infligieron heridas mortales. Falleció instantáneamente, al igual que Miramón y Mejía. A las siete menos veinte de la mañana todo había concluido.
Juárez entró en la ciudad de México el 15 de julio, viniendo de San Luis Potosí por Querétaro, donde se detuvo para contemplar el cadáver del emperador Maximiliano. La guerra de los últimos cinco años había concluido y el país se encontraba en una postración económica y espiritual.




Bibliografía:


CHAUNU, Pierre, Historia de América Latina, Eudeba, Buenos Aires, 1976.
RIDLEY, Jasper, Maximiliano y Juárez. La tragedia del emperador y el triunfo del libertador de la patria, Vergara, Buenos Aires, 1994.
VASCONCELOS, José, Breve Historia de México, Ediciones Botas, México, 1950.

3 comentarios:

  1. Magnifico articulo amigo Olaza Pallero. Solicitamos su autorizacion para reproducirlo en nuestra pagina (naturalmente citando su origen).

    Periodico El Gran Americano del Instituto Rosas de San Martin.

    ResponderEliminar
  2. TE RECOMIENDO QUE LEAS EL LIBRO LLAMADO "TRAS LOS PASOS DE UN DESCONOCIDO" DE KONRAD RATZ. ES EL MEJOR LIBRO QUE PUEDES ENCONTRAR SOBRE MAXIMILIANO´YA QUE CUENTA CON AMPLIO Y SOLIDO RESPALDO DOCUMENTAL E HISTORIOGRAFICO, A DIFERENCIA DE MUCHOS OTROS LIBROS QUE HABLAN SOBRE EL TEMA Y QUE LO ABORDAN COMO UNA NOVELA AÑADIENDOLE MATICES ROMANTICOS Y SIN FUNDAMENTO BIBLIOGRAFICO Y TESTIMONIAL FUERTE (COMO "NOTICIAS DEL IMPERIO").
    ESTE LIBRO DE RATZ REALMENTE NO ES MUY AMENO, PERO TIENE UN GRAN VALOR POR SER OBJETIVO Y POR SER MUY COMPLETO.
    TAMBIEN TE RECOMIENDO QUE NO TE FIES MUCHO DE LOS ESCRITOS DE VASCONCELOS, PUES EL TENIA UNA FUERTE CINVICCION ANTI-JUARISTA LO CUAL LE DESMERECE OBJETIVIDAD, SIN MENCIONAR QUE ESTABA MUY INFLUENCIADO POR EL ESCRITOR NAZI MEXICANO SALVADOR BORREGO Y POR DOCUMENTOS COMO "LA CONSPIRACION JUDEO-MASONICA-COMUNISTA". CLARO YO TAMBIEN DETESTO A JUAREZ PERO TRATO DE SER OBJETIVO CON LA HISTORIA...
    Salu2

    ResponderEliminar

Powered By Blogger