viernes, 8 de enero de 2010

IMPORTANCIA Y SENTIDO DEL FEDERALISMO EN LOS PRIMEROS GOBIERNOS PATRIOS (1810-1812)

Cabildo de Buenos Aires.




Por Sandro Fabricio Olaza Pallero*




INTRODUCCIÓN


El movimiento revolucionario del 25 de Mayo de 1810 fue uno de los movimientos juntistas que estallaron en Hispanoamérica por el cual la dirigencia criolla tomó las riendas del poder.
Inmediatamente se hizo saber al pueblo que el virrey cesaba en el mando y que el Cabildo se hacía cargo de la autoridad política hasta tanto se designe una Junta que gobernará "hasta que se congreguen los diputados que se convocarán de las provincias interiores para establecer la forma de gobierno más conveniente" (Bando del 23 de mayo de 1810).



PRIMERAS EXPRESIONES DE AUTONOMISMO


El Federalismo es el sistema político por el cual varios estados independientes delegan parte de su soberanía en favor de una autoridad superior.
El 23 de enero de 1825, el Congreso de las Provincias Unidas del Río de la Plata, sanciona la "Ley Fundamental", por la cual las provincias restauran el paco por el que se habían ligado desde el año 1810, y prometían emplear todos sus recursos para afianzar su independencia (art. 1º). Dicho Congreso fue declarado "constituyente" (art. 2º), con la expresa aclaración de que, hasta que se sancionara la Constitución, las provincias se regirían por sus propias instituciones (art. 3º), y que sólo sería competencia del Congreso lo relativo a la independencia, integridad, seguridad, defensa y prosperidad nacional (art. 4º).
Durante el largo período que duró la Reconquista española, entre los siglos VIII y XV, abundaron en las tierras de frontera las concesiones de fueros o privilegios especiales para los habitantes, expuestos a las correrías de los moros y siempre dispuestos para el combate.
Estos fueros determinaban las relaciones con los vasallos y daban lugar a situaciones jurídicas particulares para los pobladores de esas comarcas. Los reinos poseían Cortes en donde estaban representados los distintos estamentos por los respectivos documentos, dichas Cortes ejercían sobre el Rey una fiscalización en cuanto a garantizar la permanencia de los fueros locales. Dice Juan Agustín García: "Los Cabildos fueron una triste parodia de los Consejos castellanos destruidos por Carlos V después de Villalar. Nada tan sorprendente y bello en la historia del derecho como esas instituciones municipales que brotaban con toda espontaneidad en la anarquía feudal de los tiempos medios". En efecto, a mediados del siglo XVI había decaído muy sensiblemente el poderío de los señores y de los municipios en la Península, en proporción a la consolidación del estado nacional bajo la monarquía absoluta.
Cuando el emperador Carlos V abandonó España para acudir a su coronación en Alemania (1521) estallaron en Castilla serios disturbios, la llamada rebelión de los Comuneros, iniciadas en Toledo y Segovia, dirigidas respectivamente por Juan de Padilla y Juan Bravo.
Los comuneros remitieron al rey un mensaje de quejas, la llamada Constitución de Ávila, que el monarca no quiso responder como era debido.
Son destacables los principios contenidos en este petitorio: "Que a las Cortes asistiesen de cada lugar realengo dos procuradores, uno hidalgo y el otro labrador, y que éstos no pudiesen recibir mercedes del rey; que el rey no pudiese poner corregidores, sino escogerlos de las propuestas que de tres en tres años les hiciesen las ciudades, y que los electos habían de ser dos, hidalgo el uno y labrador el otro, para que el gobierno estuviese dividido entre los dos estados...". En nuestra herencia hispánica ha prevalecido siempre la adhesión al pasado y la vigencia de las tradiciones, por lo que se puede afirmar que estos principios autonómicos fueron traspasados a América y constituyen antecedentes fecundos del federalismo. En el siglo XVII con el sistema abusivo de enajenación de los cargos públicos, los Consejos municipales cayeron en manos de estratos cerrados que desvirtuaron en buena medida las funciones capitulares. "Así estaban las cosas -afirma el profesor Rosa- cuando las Indias aparecen en la realidad de España y de allí que el Consejo Supremo de Indias copiara el modelo para su trasplante a las nuevas tierras".
Estos principios de autonomía que llegaron a nuestra tierra en las mismas naves de los conquistadores, serán asimilados por los habitantes de la campaña de Buenos Aires y de las provincias, quienes seguirán a su caudillo cuando sientan avasallados sus derechos autonómicos. Recordemos la Revolución de los Siete Jefes en el año 1780, que consistió en un levantamiento de la comuna en Santa Fe que manifestaba la resolución de los criollos por controlar su propio gobierno local. Estas rebeldías se plasmarían en un vigoroso sentimiento patriótico, al respecto hay que destacar que la Patria se identificaba con la ciudad, manifestándose en la doctrina política del "Común" de los ciudadanos, cuya potestad se situaba encima de la misma autoridad real.



SITUACIÓN PREVIA DE BUENOS AIRES Y LAS PROVINCIAS RESPECTO DE LOS ACONTECIMIENTOS DE MAYO DE 1810


En el año 1617 la Corona otorga rango político a la ciudad de Buenos Aires, transformada en sede de la Gobernación del Río de la Plata.
Desde su fundación, Buenos Aires provocó recelos en otras ciudades del Río de la Plata. En las dos centurias posteriores los hombres de Buenos Aires, que emprendieron la independencia, tuvieron que emplear todo su tacto para ganar a la causa patriota a las intendencias mediterráneas, disgustadas con sobrados motivos contra la capital del Virreinato.
A mediados del siglo XVIII fue alterado el equilibrio social en el Río de la Plata, ocasionando por la expulsión de la Compañía de Jesús y la reestructuración administrativa llevada a cabo por los Borbones. La metrópoli aplicó a sus colonias la misma política económica que regía para la Península y esa idea no fue suprimida con el nuevo cambio de disnatía.
Desde el advenimiento de Felipe V la nueva casa reinante promovió varios cambios con el objetivo de desarrollar el comercio y al industria. "La aristocracia seguía luchando por mantener su preeminencia -afirma Pérez Amuchástegui- pero ya las ambiciones, los intereses y las realizaciones de la burguesía representaban una fuerza demasiado poderosa". Y ha sido también el Río de la Plata objeto de esas reformas del siglo XVIII, que abrieron al tráfico los puertos de América con la declaración del comercio libre, trajo una era de riqueza y progreso al puerto de Buenos Aires, canalizando por él toda una corriente comercial que anteriormente era subsidiaria del puerto de Lima. Desde el siglo XVII se empezaron a manifestar los enfrentamientos entre las regiones interiores y costeras, como también entre criollos y peninsulares.
Corona Baratech, en su "Estudio de la Sociedad en el Río de la Plata" (en "Anuario de Estudios Americanos"), señala expresamente que: "Aunque Buenos Aires en un caso singular en cuanto a su desarrollo en todos los aspectos, en el interior se puede apreciar el mismo fenómeno parejamente. Y en la época del Virrey Vértiz (1778-1783) se denuncia oficialmente el aumento del comercio interior virreinal, hallando en Buenos Aires su puerto natural de salida de sus producciones. En el Paraguay, cuy régimen económico consistía en la simple permuta de sus frutos, el establecimiento de los Reales Estancos de Tabaco trajo la introducción de la moneda en gran escala y con ello, un aumento de consumos y el florecimiento de las empresas comerciales...".




LA PRIMERA JUNTA Y EL ESPÍRITU DE LAS PROVINCIAS


Con el pronunciamiento del 25 de Mayo de 1810, estamos frente a la ruptura de una forma jurídica que unía a estos reinos con España y como consecuencia, un quebrantamiento de las leyes concernientes a la administración política interna.
Porque, una vez rotos los vínculos con la corona, ningún lazo jurídico unía a los pueblos del virreinato de Buenos Aires.
De esta forma -como observa Busaniche- "todo pues, era una situación de hecho". Sabido es que así lo entendió la Junta cuando invitó a los cabildos del interior a enviar sus representantes. "Lo contrario -señala Busaniche- hubiera sido implantar directamente el despotismo y la Junta hubiera carecido de todo poder representativo".
Para la llamada "Generación del 37" -afirma el historiador Pérez Amuchástegui- "el pensamiento de Mayo consistía en obtener la independencia y organizar una nación soberana de contenidos esencialmente democráticos, en que armonizaban los intereses individuales y sociales sobre la base de la libertad, la igualdad y la fraternidad, y con miras a alcanzar el bienestar general a través de un sistema republicano y representativo...". La Primera Junta estuvo desunida desde su comienzo, pronto la figura de Mariano Moreno reunió a su alrededor a todos los demás integrantes, a excepción de Saavedra.
Así resalta una división ideológica en dos grupos: los morenistas, jóvenes radicales que deseaban organizar de inmediato la revolución institucional centralista, dirigida y controlada por Buenos Aires; y los partidarios de Saavedra (también llamados conservadores) que preferían un cambio más gradual, con poderes compartidos con los representantes de las provincias. El escritor Valentín Barrios en su obra "La verdad sobre el libertador General San Martín" sostiene que Moreno, apoyado por varios miembros de tendencia democrática como él y por el clima inicial del movimiento popular, procedió según la nueva tesis, demócrata de los Derechos del Hombre y el Ciudadano que perseguía la instauración de una "república federal" según el ejemplo que ya estaban dando los EE.UU. de Norteamérica, y lo hizo con total energía, a pesar de las renuencias que pronto se manifestaron entre los demás miembros. También sostiene este autor: "Al ser desplazado Moreno del gobierno, el ideal democrático sufrió un total descalabro, empeorado en marzo siguiente, en que fueron también desalojados de la ahora Junta Grande Rodríguez Peña, Azcuénaga y Larrea, de la misma tendencia". Los historiadores porteñistas que han escrito la historia del país con un criterio apasionado, se muestran confundidos en sus afirmaciones. Por empezar, el doctor Moreno conducía a la Junta pero su temperamento era de una biblioteca, ajeno al sentir popular. Tenía virtudes para su puesto de secretario: era trabajador, estudioso y de intachable conducta; pero no para jefe, pues estaba muy alejado de la realidad. El gran historiador español don Salvador de Madariaga, refiriéndose a los idealistas de la Revolución Hispanoamericana, sostuvo: "No se dieron cuenta suficiente de la parte que les tocaba en los defectos del sistema que combatían, parte que hoy sabemos fue considerable. Pocos conocían bien la historia de su propia América; menos quizá la vida y hombres de sus ciudades y campos. Ni vale decir que España los tenía sumidos en la ignorancia, porque no eran ignorantes".
Ese jacobinismo inicial de la Junta está muy lejos, en formas y contenidos, de la postura "liberal" que se atribuye al "pensamiento de Mayo". El 25 de Mayo de 1810 se había resuelto que cada ciudad del interior eligiese representantes que se reunirían en Buenos Aires "para establecer la forma de gobierno que se considere más conveniente".
Valioso documento es la circular del 27 de mayo de 1810, que disponía respecto de los diputados electos "han de irse incorporando a esta Junta conforme y por el orden de su llegada" con el objeto de que los mismos se inculquen "de los graves asuntos que tocan al gobierno". Tratábase de una circular con contenidos federalistas y que atendía a la voluntad general de los pueblos, a efectos de organizar representativamente el Estado de la América del Sur. En octubre comenzaron a llegar los diputados; en diciembre ya habían arribado nueve a la Capital, esperándose otros catorce.
En lo que se refiere a la aceptación de los nuevos sucesos por parte de las provincias y su envío de diputados, a continuación se puede observar:
Córdoba no tuvo una actitud en principio favorable al nuevo gobierno, allí se encontraba Santiago de Liniers -anterior Virrey y héroe de las Invasiones Inglesas- dispuesto a apoyar la autoridad del Virrey Cisneros, para lo cual intentó organizar la contrarrevolución, lo que fracasó y le costó la vida.
La expedición militar mandada por Buenos Aires impuso como intendente interino a Juan Martín de Pueyrredón y los patriotas consolidaron su hegemonía con la resolución de los Cabildos Abiertos de Río Cuarto y Córdoba que reconocieron al de Buenos Aires y designaron como representante al Deán Funes, quien según el maestro González Arzac, era partidario de un "federalismo regionalista", guiado por la subsistencia de las gobernaciones-intendencias.
La Primera Junta solicitó la adhesión al Paraguay y la designación de un diputado. Ante una actitud negativa de esta provincia, la Junta envió una expedición al mando de Belgrano, quien obtuvo un fugas éxito en la batalla de Paraguarí, pero el 19 de enero de 1811 las fuerzas paraguayas triunfaron en Cerro Mbaé, lo que se repitió luego en el combate de Tacuarí. A pesar de esta situación, a la derrota de Belgrano siguió una toma de conciencia por parte del pueblo paraguayo, por la cual se estableció una Junta de Gobierno patriota.
El 27 de junio de 1810 fue designado por la Junta, como comandante de armas de Catamarca (que formaba parte de la Intendencia de Salta), el ciudadano Feliciano de la Mota Botello, quien el 5 de noviembre del mismo año avisó a la Junta haber remitido 150 hombres al ejército del Perú. En Catamarca la Revolución de Mayo fue aceptada inmediatamente después de recibidas las noticias que llegaban mensualmente.
La situación crítica del virrey Cisneros en Buenos Aires, lo obligó a proyectar "establecer la sede de las autoridades en Montevideo y con las fuerzas allí existentes dominar el foco revolucionario".
El cabildo de Montevideo no aceptó los hechos que acaecieron en Buenos Aires, rechazando a la Junta y permaneció fiel al Consejo de Regencia español.
El 11 de junio de 1810 el Cabildo de San Miguel de Tucumán convocó a una reunión a efectos de considerar las noticias llegadas desde la Capital y prudentemente, "atendiendo a que esta ciudad es subalterna", decidieron dar cuenta al gobernador-intendente de Salta, cuyo Cabildo acató al gobierno porteño. El 27 del mismo mes y año el Cabildo de Tucumán presidido por Clemente Zabaleta nombró a Manuel Felipe Molina como diputado ante la Junta.
Santiago del Estero presta acatamiento a la Junta el 29 de junio de 1810, y el 2 de julio elige representante a Juan José Lami. El coronel Borges organiza una fuerza de trescientos voluntarios distribuidos en tres compañías, que se incorpora a la Expedición Auxiliadora que manda Ortiz de Ocampo cuando ella avanza hacia el Alto Perú.
Corrientes desde el primer momento apoya a la Junta y el 22 de junio de 1810 elige como representante a José García de Cossio.
La Junta Gubernativa de Buenos Aires nombra como teniente gobernador de Corrientes al coronel correntino Elías Galván, recibido el 8 de octubre de la tenencia de gobierno.
Entre Ríos apoya a la Junta y José de Urquiza (padre del después general y gobernador Justo José de Urquiza), comandante del partido de Concepción del Uruguay, desde 1804, es nombrado comandante de los partidos de Entre Ríos y bajo la dependencia de la tenencia de gobierno de Santa Fe, por orden de la Junta de Buenos Aires, desde el 5 de septiembre de 1810. El comandante Urquiza había adoptado todas las medidas recomendadas por la Junta, mandando recoger armas y desertores en el partido.
El Cabildo de La Rioja fue uno de los primeros en manifestar su adhesión a la causa de la revolución, no faltando ciudadanos que se distinguieran por su patriotismo. Don José Nicolás Ortiz de Ocampo es designado representante para la Junta Central.
Jujuy reconoce a la Junta el 4 de septiembre de 1810 y nombra representante a Juan Ignacio Gorriti. A pesar de formar aún parte de Salta, Jujuy desempeñó por sí misma una activa función en el período de la independencia, tanto en el gobierno patrio de Buenos Aires, a través de sus representantes del Cabildo, como en la defensa del norte. El Cabildo jujeño favoreció siempre el retorno al gobierno tradicional (anterior a la creación del Virreinato), otorgando mayor autonomía a los cabildos y gobiernos locales.
Santa Fe reconoce la autoridad de la Junta de Buenos Aires y es nombrado como teniente gobernador el santafesino Don Pedro Tomás de Larrechea, hasta que se presentase el coronel Manuel Ruiz, a quien se había conferido el mando. El 9 de julio es elegido diputado Juan Francisco Tarragona. Cabe destacar que el cabildo santafesino fue, como dice Busaniche, "el primero en adherirse al nuevo orden de cosas proclamado y cuando en el mes de octubre pasó Belgrano con su expedición al Paraguay, la ciudad se desprendió de los dos únicos batallones de blandengues que la defendían de los ataques de los indios, dejando desguarecidas sus fronteras... pidió que se nombrara gobernador a un vecino de Santa Fe, y la Junta se negó".
Cuando las noticias de la Revolución llegaron a San Juan, junto con órdenes del gobernador-intendente oponiéndose a su reconocimiento, se convocó a un cabildo abierto donde se leyeron ambos comunicados y que optó por reconocer a la Junta de Buenos Aires el 28 de julio de 1810.
San Juan designa diputado a José Ignacio Fernández Maradona. Hay que recordar que San Juan desde el año 1784 dependía de la Intendencia de Córdoba.
En Chile, el envío del delegado porteño Gregorio Gómez consigue movilizar los ánimos a favor de la Junta, a pesar de la oposición de la Audiencia de Santiago.
En Mendoza, después de vencer la resistencia del comandante de Armas, Faustino Anzay, el 23 de junio se celebra un cabildo abierto que adhiere a la Junta. Se designa diputado de Bernardo Ortiz.
El 14 de junio el cabildo de San Luis reconoce al gobierno porteño y el 28 de junio designa diputado a Marcelino Poblet. También San Luis formaba parte de la intendencia de Córdoba, cuyo gobernador Juan Gutiérrez de la Concha se había opuesto a la Junta, siendo ajusticiado con Liniers en Cabeza de Tigre (26 de agosto).
El 8 de julio de 1810 Misiones se pronuncia por la Junta de Buenos Aires a través de su gobernador Don Tomás de Rocamora, quien fuera fundador de Entre Ríos.
Potosí se opuso a la Revolución, pero el 10 de noviembre se produce una rebelión popular y se forma una Junta adicta al gobierno de Buenos Aires.
El gobernador-intendente de Cochabamba José González Prada se opuso a la Junta de Buenos Aires. El 14 de septiembre una rebelión popular depone a este mandatario y asume el gobierno el coronel don Francisco Rivero.
En cuanto a la Paz, junto con las restantes ciudades del Alto Perú quedó, en un principio, bajo el dominio del partido peninsular.
El virrey del Perú, José Fernando de Abascal dispone el 13 de julio "agregar, por ahora" a su jurisdicción las provincias las provincias altoperuanas del Virreinato del Río de la Plata, para sustraerlas a la autoridad de la Junta de Buenos Aires.
El Alto Perú, por breves intervalos, integraría las Provincias Unidas, para ser perdido definitivamente en 1825, cuando proclama su independencia con el nombre de República Bolívar. Al respecto señala Irazusta: "la escisión de este territorio, que nos correspondía legalmente, fue favorecida por los negligentes rivadavianos del Congreso de 1824, que hicieron abandono de nuestros derechos al territorio comprendido en la antigua presidencia de Charcas, sin exigir compensación alguna, sin tomar ningún recaudo contra ulteriores conflictos de fronteras".
Refiriéndose a la calidad convocante de Buenos Aires, Héctor María Enz ha dicho: "No cabe duda: en la concepción historicista, Buenos Aires es una ciudad-estado, intimante de la historia del país y de los jalones de la nacionalidad. Históricamente, es la entidad política originaria de la República, congregante de las provincias virreinales, que por su voluntad y la de las diputaciones populares constituyeron con rumbo porteño la Nación Argentina".
La organización en nuestro país en torno el sistema federal desde 1810 en el territorio que fuera el antiguo Virreinato del Río de la Plata tuvo un desarrollo muy especial, que en muchas ocasiones no supieron entender los distintos historiadores y constitucionalistas, quienes han querido comprenderla en el caso norteamericano, pues en la época colonial en las aulas universitarias no se enseñaba la Constitución de Virginia ni se usaba como texto "El Federalista" de Hamilton. La Universidad de Córdoba enseñaba el Derecho Natural no mencionándose siquiera el iluminismo, esto a pesar de la expulsión de los Jesuitas, quienes dirigían esa alta casa de estudios. Esto rigió hasta la Reforma Universitaria de 1918, como bien ha dicho el doctor Horacio Sanguinetti respecto de la universidad mediterránea "Córdoba medieval y eclesiástica".
Y surge ahora otro aspecto aun más interesante: la invasión napoleónica a España en 1808 significó la vuelta a la tradición medieval de las Juntas Provinciales autónomas, es decir un federalismo primitivo. Cabe destacar que en la actualidad España, a pesar de ser una monarquía constitucional es un estado casi federal, pues se reconocen en su Constitución las autonomías regionales, proceso histórico que llevó varios siglos. Hispanoamérica heredó esas tradiciones.
Los argentinos tenemos que tener conciencia de que nuestro Derecho provincial -como dicen Rosa y González Arzac- "no se importó de parte alguna ni fue elucubrado por estudiosos de la ciencia constitucional teórica"; fue "un derecho típicamente argentino".
La guerra civil que se produjo en nuestro país de 1810 a 1880 tiene dos causas fundamentales, una fueron los enfrentamientos ideológicos entre "federales" y "unitarios" (o "morenistas" vs. "conservadores"; "directoriales" vs. "federalistas"; "nacionales" vs. "autonomistas"; etc.) y la otra causa son las diferencias y recelos entre Buenos Aires y el interior habidas desde la época colonial. Las protecciones aduaneras del interior, la instauración del caudillismo y el nacimiento de los pactos interprovinciales a partir de 1820, son una consecuencia de la puja entre el librecambismo porteño y el proteccionismo provinciano.
El brigadier Saavedra en su "Memoria" denunciará al doctor Vieytes, Manuel Belgrano, Nicolás Rodríguez Peña y Juan José Castelli de haber sido los primeros autores y propagadores de la falsa calumnia de haber reanudado el presidente de la Junta conversaciones con la infanta Carlota. A estos políticos los calificó Saavedra de "díscolos de Buenos Aires" que no se detenían en faltar a "la evidencia de su conciencia".
"La Revolución -dijo Pérez Amuchástigui- giró bruscamente, y el aplacamiento del jacobinismo produjo, al poco tiempo, el encubrimiento de un sector liberal que, aprovechado de la perplejidad que reinaba en la multitud por el cambio producido, dejó a ésta de lado e inició una política tendiente a cambiar la antigua estructura rioplatense a través de negociaciones conciliatorias más que de acciones definidas... Los diputados del interior, que auspiciaron el cambio, fueron las víctimas propiciatorias de su propia eliminación, en tanto no quedaron ni como ejecutores ni como legisladores, perdieron toda ingerencia en el gobierno para el respaldo de los intereses locales, y terminaron expulsados por una oligarquía centralista y porteña, insensible al sentir provinciano y desdeñosa de sus necesidades".
Es interesante la nota fechada el 20 de julio de 1811, por la Junta Patriota de Asunción, donde comunica a la de Buenos Aires la primera idea de Confederación en el Continente, donde se propone que Paraguay "no sólo tenga amistad, buena armonía y correspondencia con la ciudad de Buenos Aires y demás provincias confederadas sino que también se una con ellas con el objeto de formar una confederación defensiva fundada en principios de justicia, equidad e igualdad".
Desde la capital porteña se enviaron como negociadores al Paraguay a Manuel Belgrano y a Vicente Anastacio Echeverría, quienes suscribieron el tratado de confederación el 12 de octubre de 1811.



1811: REVOLUCIÓN DE CHARRETERAS Y CHIRIPÁ


Con posterioridad a la incorporación de los diputados provincianos (diciembre de 1810), ha crecido en Buenos Aires el disgusto por el gobierno conducido por la gente de las provincias.
La situación militar no es muy favorable, pues se inician las hostilidades con Montevideo, y Elío establece el bloqueo de Buenos Aires.
Para peor, Cornelio Saavedra (jefe respetado por las tropas y el pueblo bonaerense) no domina la Junta, pues ha permitido que el deán Funes conduzca a la misma. La muerte de Moreno -por otro lado- no ha mermado la influencia de su partido, el cual no ha sido desbandado: el 15 de enero del año 1811 -antes de la partida de Moreno- Saavedra escribía a Chiclana que los morenistas conspiraban para su desplazamiento.
Mientras la fuerzas militares adictas a Saavedra están fuera de Buenos Aires con motivo de la guerra, se queda en la ciudad el Regimiento de la Estrella conducido por French y adicto a Moreno.
Tras la muerte del vocal Alberti, el Cabildo propone que se vacante sea llenada por un morenista, Nicolás Rodríguez Peña, quien será apoyado por el regimiento de French con el propósito de usar la fuerza militar en caso de no ser elegido el candidato.
La situación se torna más grave cuando la ciudad se entera de una amenaza de invasión portuguesa en la Banda Oriental, en apoyo al virrey Elío.
Su principal centro de reunión es el denominado Café de Marco, donde se congrega la mayor parte de la juventud porteña y participa en agitadas discusiones -como bien lo señala Juan Manuel Beruti- acerca de "asuntos de buen gobierno, derecho público y felicidad de la patria".
Cuando Mariano Moreno partió a Inglaterra en misión diplomática, sus discípulos no se dieron por vencidos e intentaron una sublevación militar con Domingo French a la cabeza, pero ésta fracasó. Poco después este jefe militar trató de lograr la vuelta de Mariano Moreno pero también esta vez sus objetivos no se cumplieron.
Pero estas intentonas tuvieron sus rendimientos, pues al poco tiempo comienza a funcionar el célebre "Club de Marco", a imitaciones de los clubles jacobinos de París.
Su lugar de reunión, como ya dijimos, era el café más concurrido por la burguesía porteña, cuyo propietario era don Pedro José Marco, adonde concurrían con cintas azules y blancas. El mismo día de su inauguración se produjo un gran escándalo, pues el gobierno envió tropas al mando del comandante Juan Bautista Bustos para reprimir a los revoltosos, quienes fueron detenidos y sometidos a interrogatorios. Poco tiempo después no se hablaba en la ciudad otra cosa que no fuera el escándalo del Café de Marco y las preocupaciones del gobierno.
Luego siguieron con sus reuniones y una de las intervenciones del Club fue el pedido de clemencia a favor de los españoles que estaban internados por decisión del gobierno (marzo de 1811), curiosa actitud de los partidarios de Moreno, quien en su famoso "Plan de Operaciones" no quería misericordia con los peninsulares. La actividad del Club fue muy vasta, se repartían pasquines a toda hora y French llegó a proveer armas a grupos de civiles. El golpe saavedrista del 5 y 6 de abril de 1811 irá a neutralizar al Club. El ambiente estaba enrarecido, en los hechos se notaba la alianza entre los "principales" del Cabildo y los jóvenes morenistas.
Por otra parte la gente de Saavedra tampoco permanece inactiva y tal como describe Ignacio Núñez: "De la ciudad se saltó a los arrabales en la busca de máquinas para ejecutar el movimiento o, como entonces se decía, se apeló a los hombres de poncho y chiripá contra los hombres de capa y casaca... Entonces se dio la señal: al anochecer del día 5 de abril empezaron a reunirse los hombres emponchados y a caballo en los mataderos de Miserere a la voz del alcalde de barrio don Tomás Grigera, cuyo nombre, sólo conocido hasta ese día ocuparon la Plaza Mayor como mil quinientos hombres, pidiendo a gripos la reunión del cuerpo municipal para elevar por su conducto sus reclamaciones al gobierno".
En ese momento, Vieytes y Rodríguez Peña increpan a Cornelio Saavedra por no ordenar a los soldados la represión a los tumultuarios. Nadie sabe quien ha organizado la pueblada, que atemoriza a la clase "decente" y que anonada a los jóvenes morenistas. Mutuas recriminaciones se entrecruzan entre saavedristas y morenistas, cargándose unos a otros la culpa del estallido de la crisis.
Y es que detrás de esta "pueblada" se encuentran Don Tomás Grigera y el abogado Joaquín Campana, personaje popular entre los orilleros y que era un activista que ya antes había tenido protagonismo en los sucesos que condujeron a la destitución del virrey Sobremonte con su indecorosa conducta frente al invasor inglés. Frente a esta situación, los cabildantes temen, como señala Núñez "que el ejemplo que se tenía a la vista hacía prever el mayor peligro de una sublevación en la esclavatura, o en los indios, cuyo número era considerable en el Alto Perú y en las provincias de abajo hasta la Capital...". Tomás Grigera exigirá la presencia de los regidores en el Cabildo, únicamente ante ellos se darán las explicaciones del caso.
Como consecuencia de estos sucesos, Saavedra permanecería en la Junta como Presidente, pero se excluía de ella a los morenistas Vieytes, Azcuénaga, Larrea y Rodríguez Peña. Serían reemplazados por don Joaquín Campana "la figura con gloria del pueblo de las quintas", Juan Alagón y Atanasio Gutiérrez, el cuarto era Chiclana, que no aceptó. La revolución popular de abril se había dirigido contra los morenistas y la clase "decente". Se trató de una reacción espontánea por parte del pueblo, situación que se produciría en muchas ocasiones en la historia de nuestra patria. Desde ese instante, los orilleros y provincianos pasaban a detentar el poder en la Junta.



FINAL DE LA JUNTA PROVINCIANA. EL TRIUNVIRATO


Pese al apoyo popular, la Junta Grande perdió confianza pública debido al desastre militar de Huaqui (20 de junio de 1811). Las noticias vienen deformadas, y "La Gaceta" las distorsiona aún más. Circulan en la capital pasquines donde se acusa a Saavedra de tratos con los portugueses, y se vilipendia a la Junta que, desde la revolución popular de abril de 1811, ha quedado integrada por representantes provincianos.
Uno de los panfletos, en referencia a esta última situación, señala a la población porteña "Todos forasteros os mandan... En esto han venido a parar tus glorias..." Los morenistas vuelven a sus andadas y tienen como objetivo inmediato poner fin a la hegemonía de Saavedra al cual califican de "potosino y borracho" y añadiendo que éste "ha parado el progreso de la revolución".
Desde ese momento, las horas de la Junta están contadas. El 26 de agosto, Saavedra deja la ciudad y se dirige al norte para supervisar la reorganización del ejército patriota. El gobierno queda debilitado, y en intento desesperado la Junta trata de negociar con el realista Elío, para que una sus fuerzas a las de Buenos Aires y rechace la invasión portuguesa. La oposición -apoyado por el Cabildo de Buenos Aires- determinó que se creara el Primer Triunvirato como Poder Ejecutivo e integrado por Feliciano Chiclana, Manuel de Sarratea y Juan José Paso; se designaron tres secretarios, cargos cubiertos por José Julián Pérez, Bernardino Rivadavia (el conductor principal del grupo) y Vicente López y Planes. La anterior Junta Grande se transformó en un cuerpo legislativo y pronto quedó anulada.
En Buenos Aires hubo festejos por el nuevo gobierno y se dispusieron amnistías para los desterrados de las jornadas de abril (la revolución orillera). Saavedra y Campana eran privados de sus cargos y desterrados. Un estatuto elaborado por Rivadavia y puesto en vigencia el 22 de noviembre de 1811, sostenía que el Triunvirato sería la única autoridad hasta que se pudiera convocar a un Congreso Constituyente para planificar un gobierno efectivo para la nueva nación en desarrollo. También fue castigado el jefe del regimiento de Húsares, Martín Rodríguez, por respaldarse en la "chusma".
Los ex ministros de las Juntas se dispersaron por sus provincias y en enero de 1812, tras suspender las Juntas provinciales, el Triunvirato nombra gobernadores-intendentes, medida que es considerada centralista por las provincias. De doce funcionarios designados, nueve eran porteños. Busaniche dijo acerca de este nuevo gobierno: "El Triunvirato señala el comienzo de la oligarquía porteña -son palabras de Aristóbulo del Valle-; el sentimiento local de la ciudad irritado contra la junta de diputados se yergue, y dueño de la fuerza, establece a su turno, el predominio sin contrapeso, la hegemonía de Buenos Aires, sobre todos los pueblos del Río de la Plata".



BIBLIOGRAFÍA:


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Grimberg, Carl y Svanströn, Ragnar: "Historia Universal". T. 6, Edit. Daimon, Buenos Aires, 1986.
Zinny, Antonio: "Historia de los Gobernadores de las Provincias argentinas", Ts. II y IV, Hyspamérica, Buenos Aires, 1987.


Cornelio Saavedra.
Gregorio Funes.




* Revista del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas n° 52, Buenos Aires, Julio-Septiembre 1998, pp. 70-82.

1 comentario:

  1. He aqui un documento interesante sobre los origenes del autonomismo en las provincias del Sur...

    http://pensaramericano.blogspot.com/2009/03/cuando-nace-la-idea-de-federacion.html

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